
De que se trata
Este primer capítulo bien podría ser el prólogo. Si no se llama así, es por la sospecha que muchos lectores impacientes suelen saltearse los prólogos y se zambullen de inmediato en el texto principal. Prefieren soslayar el incordio de las historias sobre la génesis y avatares del libro o los profusos comentarios de terceros que por su extensión podrían merecer un nuevo prólogo. Nada de eso es este breve capítulo que el lector no debiera evitar; sin él puede no ser fácil percatarse de qué trata este ensayo hasta muy avanzada su lectura.